El delegado del Gobierno en la Comunidad Valenciana, Juan Carlos Moragues, junto al general de la Guardia Civil de la VI Zona, José Hermida, y el delegado especial de la Agencia Tributaria, Manuel Cabrera, informaron ayer de un nuevo golpe al narcotráfico con la interceptación de 325 kilogramos de cocaína en dos contenedores que llegaron a Valencia en sendos barcos de mercancías que procedían del puerto de San Antonio (Chile).

Alijo decomisado en el puerto de Valencia

Las bolsas, con el sistema de gancho perdido donde se encontró la droga, iban escondidas en sendos contenedores de frutas que iban dirigidas a Europa.

El precio que hubiera alcanzado en el mercado una vez distribuida este alijo de droga podría situarse en más de 16 millones de euros. El barco, antes de su llegada a Valencia, había realizado diferentes escalas en países iberoamericanos, por lo que se está investigando la procedencia de la cocaína y en qué momento se introdujo en el contenido. También el destino de la droga es otra de las líneas de investigación de la Guardia Civil. De momento, no hay detenciones pero la investigación policial sigue abierta y en ella colaboran policías de otros países.

Esta operación se ha realizado tras un minucioso estudio y trabajo de la Unidad de Análisis de Riesgos formada conjuntamente por componentes de la Agencia Tributaria y la Guardia Civil que trabajan en el puerto de Valencia.

Gracias a la labor inspectora este mismo lunes se ha podido interceptar un contenedor con 250 kilogramos de cocaína y el martes otro que contenía 75 kilogramos de droga en un buque procedente de San Antonio de Chile.

En el primero, la cocaína se encontraba en un contendor frigorífico, que transportaba fruta, en concreta peras, en el cual se encontraban los 250 kilogramos en bolsas con el sistema de gancho perdido. Mientras que los 75 kilogramos que interceptaron su procedencia es el mismo puerto chileno, y el contendor donde fue interceptada la droga transportaba pasas.

La droga habría sido introducida mediante el método del gancho perdido, consistente en introducir la droga en el contenedor en el puerto de origen o escala, con desconocimiento de la empresa exportadora de la carga legal que transporta. Se rompen los precintos, se mete la cocaína y se cierran de nuevo con el objetivo de eludir los controles policiales.