Enrique Sanchís se jubila, tras 42 años de actividad como comisario de averías en el puerto de Valencia
Enrique Sanchís Pons lleva 42 años vinculado a la actividad de comisariado de averías como delegado en Valencia, Sagunto y Castellón de Comismar (Comisariado Español Marítimo) la mayor parte de ese tiempo. El año nuevo será especial para este profesional, ya que el 31 de diciembre pasará a la situación de jubilación y dejará la empresa en la que ha desarrollado toda su trayectoria.
Sanchís se incorporó a Comismar en 1961, con su padre, Enrique Sanchís Daroca, al frente de la delegación de Valencia. En esa fecha fue nombrado comisario de averías por la propia empresa. Poco después, en 1963, falleció su padre y, trascurrido un tiempo prudencial, fue nombrado delegado provincial de Valencia y, posteriormente, también responsable de Sagunto y Castellón.
En junio 1988 obtuvo el título del Ministerio de Economía y Hacienda que le acreditaba para actuar como comisario de averías. Por otra parte, el 31 de enero de 2002 obtuvo el título correspondiente a la Unión Nacional de Entidades Aseguradoras y Reaseguradoras (UNESPA) y la Asociación de Peritos de Seguros y Comisarios de Averías (APCAS), con el visto bueno de la Dirección General de Seguros.
“Cuando fui nombrado delegado en Valencia era el comisario más joven de la organización - recuerda Enrique Sanchís -. Ahora, cuando está cercana mi jubilación, soy el comisario más veterano de Comismar”.
Tal como recuerda este profesional, en la época en que entró en contacto con la actividad marítimo-portuaria, los trabajos en el puerto eran muy conflictivos: “Cargamentos masivos de cereales, cuyo envasado se realizada al ritmo de la descarga, empleando tolvas equipadas con grapines que ralizaban la descarga - explica Sanchís -. Esta tolvas llevaban instaladas básculas automáticas para el pesaje de grano, envasándose en sacos que se cosían por la boca y se apilaban en la nave para su posterior retirada de muelle”. Según Enrique Sanchís, esta forma de trabajar creaba problemas para el justo pesaje de la mercancía: “Nuestra organización efectuaba el control para que se realizara un buen pesaje, reuniendo los bultos envasados y determinando el peso descargado del buques con el fin de cuantificar las posibles faltas de peso de las mercancías a efectos de expedidores, receptores o aseguradores”.
Además, por aquellos años, todas las mercancías congeladas, como carne o pescado, se transportaban en bodegas frigoríficas. De esta manera, para realizar su descarga se tenía que introducir el personal portuario dentro de dichas bodegas y efectuar las labores de desestiba y descarga, cuyas operaciones se dificultaban por tener que manipular manualmente todos los bultos, por lo que el personal estaba sometido a bajas temperaturas, el tiempo de estancia en bodega era reducido y el personal se tenía que renovar regulamente.
“Por aquel entonces también se efectuaban embarques de naranjas para la exportación, unas operaciones que en la actualidad se realizan desde los puertos de Sagunto, Gandía o Castellón”. Fue precisamente José Aguirre Matiol, que cuenta con un monumento a la entrada del puerto, el que inició la exportación de naranjas desde el puerto de Valencia. “En aquellos años las cargas generales, a su descarga, quedaban depositadas sobre muelle en el interior de naves o tinglados o incluso a la intemperie, siendo causa de avería por robo o por mojarse”.
La implantación de los contenedores, hoy tráfico estrella del puerto de Valencia, supuso un cambio radical en los modos de trabajo. “La irrupción del contenedor ha supuesto una notable irrupción de nuestras intervenciones, pero esta actividad se ha visto sustituida por otras muchas y, fundamentalmente, por los daños que sufren por vía terrestre, como consecuencia de rupturas, contacto con el agua, etc..”. La intervención del comisario de averías se produce, principalmente, cuando se produce el siniestro de los camiones porteadores.
Diversificación de actividades
En las últimas décadas, Comismar se ha ido adaptando a los nuevos tiempos y poniendo en marcha otros servicios complementarios, a través, la mayoría de veces, de empresas filiales de la compañía.
En este sentido, Enrique Sanchís explica que Comismar, a través de la empresa IUS Iberia, con sede central en Madrid, está realizando inspecciones técnicas a embarcaciones de recreo.
Superar la inspección obligatoria en los plazos marcados por la normativa es condición indispensable para renovar el certificado de navegabilidad, contratar y mantener vigentes las garantías del seguro y transmitir la propiedad de la embarcación, entre otros.
Además, por otra parte, a través de Comismar OCT (Organismo de Control Técnico de la Edificación), entidad auditada por Ceprerem e informada por Unespa, Comismar contribuye a minimizar los riesgos de daños estructurales en la edificaciones y permite conocer el riesgo a la compañía aseguradora, de cara a la contratación del seguro. En 1942 Pedro Lamet Orozco, sustituido a su fallecimiento por su hijo, Miguel Ángel Lamet Moreno, fundó la empresa, que cuenta con un amplio equipo de arquitectos, geólogos e ingenieros.
Otra de las actividades que realiza Comismar, esta vez a través de otra compañía filial, Comismar consultores, es la de consultoría. Esta actividad se desarrolla en cuatro grandes áreas: Calidad (norma ISO 9000, normas sectoriales, etc.), Medioambiente (norma ISO 14000, etiquetaje ecológico, etc.), Seguridad Laboral (norma UNE 81900, norma OHSAS 180, etc.) y Estudios de mercado (encuestas, entrevistas en profundidad, etc.).
A lo largo de estos 42 años, Enrique Sanchís ha vivido innumerables anécdotas vinculadas con la actividad que realiza. “En los primeros años, se realizan múltiples embarques de ajos para Cuba - explica -. En mi primera intervención en una de estas operaciones tuve que rechazar una partida de mercancía que se iba a embarcar en un buque para este país por estar caducada, al no haberse almacenado los ajos en unas condiciones de temperatura adecuadas - continúa -. Este informe negativo motivó que se tuviera que sustituir la mercancía, que sí que llegó en buenas condiciones a su destino, por lo que el agregado comercial cubano felicitó a la compañía, al igual que la felicitación del exportador, ya que se había salvado el embarque y el mercado, al que se continuaron exportando más ajos. Se evitó un fracaso - concluye Sanchís -, ya que los daños de la mercancía se habrían incrementado durante el viaje”.