Compras obligadas
Avirul, 12/12/2003
Nos espera un día agotador, tenemos que comprarnos un traje para una boda. Un vía crucis a la caza de unos trapos confeccionados de aquella manera en la que el coste es mínimo y todos son en serie.
Pero ese no es el verdadero problema, la cuestión más difícil es ubicar todos los accesorios de tu cuerpo dentro de esos trajes hechos en serie.
Después de recorrer media ciudad, entrar en tropecientas tiendas, ver la cara de algunas dependientas que te miran como si llegarás de Marte y hacer equilibrios y malabares en esos probadores en los que se te salen las extremidades y tienes que estar media hora arreglando la cortina de entrada porque si no seguro que cuando salgas tienes público encantado de ver a los payasos en vivo y en directo, no has encontrado nada. Sigues sin tener que ponerte, la solución se encuentra en los Grandísimos Almacenes, allí seguro que lo encuentras.
Efectivamente pero a qué precio, te va a salir la boda por dos sueldos, pero por lo menos lo has conseguido y estamos muy contentos porque nos queda bien y todo. El único inconveniente ha sido que con la fiebre de no encontrar tallas adecuadas has comprados varios juegos de ropa interior en los que cabe Don Pipón y toda su familia, pero eso es sólo un daño colateral sin importancia y tu vas a estar genial con el modelito. Llega el día B, amigos y conocidos se arremolinan entorno a la iglesia donde unos inconscientes firmarán su sentencia de muerte, y lo que descubres en ese momento es que dos personas más llevan tu mismo traje "estupendo de la muerte" que según la amable señora que te atendió era exclusivísimo del mundo mundial.
Así suelen acabar las comprar obligadas, con un traje que te ha costado un ojo de la cara, al a par que un riñón y con un montón de prendas interiores que las tienes que llevar con tirantes.