Veintepies :: El “no fracaso” de la Cumbre de Cancún

OPINION

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El “no fracaso” de la Cumbre de Cancún
Juan Esquembre, 23/09/2003

Desde 1947, primero dentro del Acuerdo General de Aranceles (GATT) y luego en la joven Organización Mundial del Comercio (OCM), han sido nueve las rondas de negociaciones que han tenido lugar para ordenar, liberalizar y fomentar el comercio mundial con el fin de contribuir a un mayor progreso y desarrollo económico de la Humanidad.

Ser pesimista, porque el 14 de septiembre en Cancún no se llegó a la firma de ningún acuerdo entre los 148 países que participaron en las negociaciones, sería tanto como perder la perspectiva de lo que ha sido la economía internacional en los últimos cincuenta años.

Sin ir demasiado lejos, España ha pasado de un nivel de proteccionismo medio, de un 36% en 1986, a estar dentro de la Unión Europea y situarse en una de las zonas más librecambistas del mundo.

Es cierto que el mundo es muy complejo y que los equilibrios y condicionamientos nacionales no permiten llevar a cabo los cambios que, sobre todo, necesitan los países menos desarrollados.

Siendo la agricultura el tema recurrente de debate en todas las rondas negociadoras, no resulta menos significativo y problemático que tres países, India, China y Brasil, tengan en su territorio el 40% de la población mundial.

Para todos ellos, y para otros, el acceso a la formación, a la cultura, a la sanidad o a los medicamentos, está también en la base de un comercio más equilibrado y en el que las garantías jurídicas permitan a las mercancías, servicios, capitales y tecnologías discurrir más libre y equitativamente, tratando de lograr que el proceso globalizador reduzca las diferencias entre unos países y otros, y no alrevés.

Volver a la bilateralidad en los acuerdos comerciales no dejaría de ser un paso atrás ahora que la información, las nuevas tecnologías y los flujos financieros ya no entienden de fronteras.

Tanto la estabilidad como la inestabilidad tienen su precio y deberán ser los países del llamado "primer mundo" los que den el primer paso del lado en el que quieran estar.

Sería deseable fomentar las condiciones, similares en sus efectos, a las que han permitido en
los últimos quince años, que los intercambios comerciales hayan tenido un crecimiento porcentual tres veces superior al del PIB global.

Si esto fuera así, según las previsiones del Banco Mundial, la actividad marítima se duplicaría en el horizonte del 2020, independientemente de las correcciones al alza y modos alternativos que, como en el caso de Europa, van a suponer la congestión de los corredores de transporte terrestre, su impacto medioambiental y el necesario ahorro de energía, entre otros factores a tener muy en cuenta.

Nadie se arrepiente hoy de las infraestructuras que se planificaron y ejecutaron bien hace ciencuenta años. Acertamos al valorar la visión de futuro que tuvieron nuestros predecesores.

Sin embargo, resulta a veces lastimoso que tengamos que esperar a decisiones del Comité Olímpico Internacional o de un despacho, allende los Pirineos, para darnos cuenta y empujar colectivamente en la dirección de anticipar en su momento y satisfacer las necesidades en el conjunto de nuestras infraestructuras.


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