Hace unos días, en Barcelona, José Manuel Lara, consejero delegado del Grupo Planeta, dictó una conferencia sobre el papel actual de los empresarios en Cataluña.

De su interesante contenido quiero señalar dos puntos que, en mi opinión, son de aplicación también a la estructura empresarial de la comunidad Valenciana.
Uno. El peso relativamente escaso de los empresarios y políticos catalanes en Madrid, reivindicando, por ejemplo, un Tren de Alta Velocidad que responde más a un eje radial (modelo José Calvo Sotelo 1893-1936) que a una realidad más dinámica como el eje mediterráneo.

Es cierto que Madrid y Barcelona estarán pronto conectadas por el AVE pasando, como es sabido, por Zaragoza. Quizás no sea tan conocido que a finales de los años 80 y siendo presidente de la Cámara de Comercio de Valencia Enrique Silla, se promoviern estudios y empresarios catalanes y valencianos mantuvieron contactos para demostrar la necesidad y la viabilidad del trazado de alta velocidad Madrid-Cuenca-Valencia-Castellón-Tarragona-Barcelona hasta la frontera francesa.

Agua pasada no mueve molino. Pero en aquel momento, la efervescencia regionalista en Valencia capital y la sinrazón de algunos malograron una meta necesaria para nuestro desarrollo económico y que ahora tardará más en llegar.

Dos. Reconoció, como reproche, que los empresarios catalanes “han venido siendo pasivos” en cuanto al mantenimiento de un peso específico en la economía española y en el gobierno central. Aumentar el poder de decisión de los empresarios es aumentar el tamaño de las empresas, buscando y encontrando nuevas oportunidades de inversión y de expansión.

En 2004 la Unión Europea se verá incrementada con la entrada en el mercado único de Polonia, Hungría, Estonia, Letonia, Lituania, Chipre, Eslovaquia, República Checa, Malta y Eslovenia. La localización industrial en estos países va a constituir una seria amenaza para nuestra economía debido fundamentalmente a sus bajos costes laborales y a una cierta afinidad cultural y proximidad geográfica con países como Alemania, Austria, Holanda o Francia.

Sin ir más lejos, el pasado octubre, el presidente de la Asociación Española de Azulejos y Pavimentos Cerámicos (ASCER), Fernando Diago, ponía de manifiesto el afianzamiento del sector cerámico de Polonia, donde nuestras ventas de azulejos han registrado un descenso del 21% en el último año respecto al año anterior.

Aprovechar las oportunidades en un mercado cada día más extenso y más liberalizado significa, entre otras cosas, un cambio previo en la mentalidad empresarial.

Tener una mayor y más eficaz presencia en los mercados incrementa la incomodidad personal a no ser que, poco a poco, vayamos pasando hacia un modelo de empresas subcontratadas.

El permanente incremento de la productividad, el incentivar el ahorro para poder invertir en nuestras empresas, la mejora en la calidad de nuestros productos y servicios y hacer asequibles a las pequeñas y medianas empresas las políticas de Innovación, Investigación y
Desarrollo son condiciones necesarias para un crecimiento y un bienestar sostenible.

Y sin querer restar mecanismos de solidaridad interregional, los sectores empresariales más dinámicos necesitan para cosntinuar siéndolo, infraestructuras y servicios a la mercancía de manera que permitan llegar al consumidor más rápido, con mejor calidad y a un precio final más barato que nuestros competidores.

Para lograr estos objetivos no es suficiente una actitud positiva individual. Los empresarios necesitan, hoy más que nunca, participan en instrumentos de acción colectiva que, conseguido el reconocimiento social a su labor y a su trabajo, les permitan una notable influencia política en todos aquellos temas y decisiones que afectan a la salud presente y futura de sus empresas.