No puede ser cierto tener tantas visitas.Yo que ahora siempre repito que no me visita nadie y, mira por donde, me entero que soy de los más visitados y que mis visitadores se cuentan por miles. Menuda barbaridad.

No podía yo imaginar estos adelantos que, sin darte la lata una tarde, reciben visitas y te hacen quedar bien sin ofrecerles siquiera un café. Bien es verdad que la gente se conforma con poco.

Escribo cuatro historias de treinta años atrás y se despierta un afán desmesurado por conocer cómo acabara la película.

Le proponía yo al editor, si es que es cierto lo que me dice, utilizar para estas peculiares visitas la fórmula de los teléfonos eróticos o esos que anuncian por la televisión que, con tres euros, te adivinan el futuro.

Haciendo una sencilla multiplicación, la curiosidad humana puede reportarme unos jugosos dividendos.

Aunque no me quiero hacer ilusiones. Conociendo al personal, en el momento que tengan que pagar la entrada se van a ver la peli de Cine de Barrio que es gratis y, con un poco de suerte, no saben quien es el malo hasta el final.

Así es que he decidido seguir escribiendo y dar facilidades a los curiosos. Eso de tanta visita me llena de satisfacción.

Lástima que con las nuevas tecnologías no podamos compartir unas copitas de mistela y unos rollitos de vino.

Antes las visitas eran también otra cosa.