El Club de Empresas Exportadoras e Inversoras Españolas, formado por las mayores compañías con presencia internacional, se ha visto forzado a presentar al actual gobierno una serie de medidas para aumentar la competitividad de las exportaciones españolas:

- Redistribución de la carga entre las distintas figuras impositivas existentes. Reducción de las cargas sociales y los costes indirectos laborales, superiores a los de países de nuestro entorno, y compensación de este descenso con una subida de la imposición al consumo desgravable en la exportación.

- Regulación más flexible de los regímenes como la subcapitalización, transparencia fiscal internacional y la cláusula antiparaíso para logar que las empresas no estén en desventaja respecto a sus competidores y, al mismo tiempo, que no se produzcan abusos y perjuicios para el Estado.

- Avances y modificaciones normativas en materia de fiscalidad de los expatriados para fomentar la inversión internacional desde y hacia España.

- Mejora de la legislación sobre precios de transferencias en operaciones vinculadas para lograr no sólo un efecto positivo sobre la competitividad de las empresas, sino también hacer de España un país más atractivo para el inversor.

Este lobby o grupo de presión se atreve a poner el acento en que las medidas públicas que fomenten la internacionalización deben contar con la “dotación presupuestaria suficiente, creíble y estable con una instrumentación ágil y efectiva para asegurar su éxito”. El Gobierno acaba de presentar en el Parlamento un Plan para impulsar el sector exterior español en tres áreas: mejora de la competitividad, fomento de la internacionalización y mejora de la evolución de los factores que ayudan a compensar el déficit comercial. Entre las medidas concretas está la creación de una Sociedad Estatal de Promoción de las Inversiones Extranjeras en España. El sector exterior español restó 1,6 puntos al crecimiento del PIB el año pasado. La cuestión es si el Gobierno y los exportadores españoles hablan el mismo idioma y están de acuerdo en las acciones para ser más competitivos en la actual economía mundializada.

En este sentido, el Informe sobre “Perspectivas para 2005” del Consejo Superior de Cámaras de Comercio asegura: “Las empresas exportadoras presentan para 2005 unas expectativas al alza en ventas, tanto interiores como al exterior. Anticipan un crecimiento de sus plantillas algo inferior al de 2004 y un incremento de la inversión superior al del ejercicio precedente. Las empresas no exportadoras son las que han registrado en 2004 los resultados más moderados en todas las variables. Las perspectivas para 2005 de estas compañías apuntan a un ritmo de crecimiento de la cifra de negocio ligeramente superior al de 2004, un avance de la inversión similar y una desaceleración del aumento del empleo”. Esta conclusión es un reflejo del dinamismo y la vivacidad de las empresas exportadoras, más despiertas a las innovaciones que exige la competencia de un mercado con 5.000 millones de habitantes/consumidores.

Antes de la competitividad, crear empresas
La búsqueda del liderazgo mundial de las empresas españolas es un ideal ambicioso y loable.

Sin embargo, una reciente encuesta del Eurobarómetro asegura que el 70% de los españoles no ha considerado nunca crear una empresa llevando a España a liderar el ranking de menos emprendedores. En definitiva, 7 de cada 10 españoles prefieren vivir de una nómina o trabajar por cuenta ajena que alimentarse de su gestión particular del riesgo. Este dato supera en 11 puntos la media europea.

La gravedad de esta coyuntura debería ser prioritaria para todos los agentes económicos, antes de preocuparse por la competitividad de las actuales compañías exportadoras. El 80% del empresariado español son pequeñas y medianas compañías, asfixiadas por las multinacionales. Además, también un porcentaje considerable de empresas familiares que no sobreviven el paso de generaciones. Por lo tanto, puede ocurrir que los 2,5 millones de sociedades mercantiles que existen en España se vayan reduciendo estrepitosamente. Serán o no más competitivas, pero si no hay jóvenes emprendedores nos convertiremos en los empleados del resto del mundo. ¡Qué bonito!.