La jubilación de Rafael Llamas El adiós de un hombre cabal
Juan Esquembre, 29/04/2005
Sería imperdonable por mi parte, además de una falta de cortesía hacia mi buen amigo Rafael Llamas, que, en el momento de su jubilación, no le dedicara un pequeño esfuerzo de escritura muy lejos de lo que él se merece.
Conocí a Rafael hace casi 25 años cuando todavía yo estaba en el sector privado. Después he sido su compañero y su amigo en la Autoridad Portuaria.
Hombre honesto, austero, capaz, marino, culto, conversador, leal, respetuoso, accesible, Rafael Llamas ha desarrollado en el Puerto de Valencia un trabajo silencioso, muchas veces delicado, en momentos muy difíciles, y en los que su profesionalidad y su conocimiento de la realidad de la operativa portuaria han contribuído a que sea un hombre respetado, ajeno a la adulación y al triunfalismo barato.
No me resulta fácil abstraerme del afecto que le profeso para redactar un texto objetivo que destaque lo que de Rafael Llamas muchos de nosotros hemos aprendido.
Ha llegado la hora de tener "el Practico a bordo", como él mismo suele decir, y poner un rumbo distinto y merecido a su vida diaria.
Lo ha hecho en silencio, sin fanfarrias ni algarabías, y correspondiendo como lo que es, un caballero, con todos aquellos que le hemos correspondido.
Rafael Llamas termina su periplo profesional en la Autoridad Portuaria y le queda aún y le deseo mucha vida por delante.
Se va preparado y ligero de equipaje. Como los hijos de la mar.