Tropiezos
Mercancías Peligrosas
Avirul, 05/12/2003
Era una oscura noche en la que llevaba a una amiga a su casa. Teniendo en cuenta que cuando nací mi pack carecía, entre otros utensilios, de brújula, ella me indicaba de forma lógica (derecha-izquierda), desconociendo que para mi esas órdenes son como el que oye llover, por lo que lejos de hacerle caso yo circulaba por donde creía que debía. En el mismo segundo que yo giraba tranquilamente a la izquierda vi el dedito de mi amiga surgir de la oscuridad y señalar nerviosamente a la derecha. Giro brusco y colisión inmediata, que condujo mi coche directamente al mecánico.
La segunda cuestión se resuelve el día que recojo el coche. Todo muy bien después del correspondiente sablazo, creo que en algún lugar de mi cara este gremio lee, "el sujeto desconoce absolutamente el mundo de la mecánica". Me dirijo a mis quehaceres habituales, cruzo la ciudad varias veces, aparcó en diferentes sitios públicos, y un largo etcétera, hasta que coincido con una amiga y me ofrezco a llevarla a su destino.
Cuando estamos ya en mi coche, ella exclama; "Te has fijado que tienes el asiento trasero lleno de lechugas". Yo pienso que está loca, claro, y le digo; "Pero qué dices" al mismo tiempo que giro mi cabecita hacia el lugar indicado, y descubro que efectivamente en el ala trasera de mi coche se encuentran depositados un gran conjunto de esos vegetales, del que se han escapado dos lechugas que se encuentran cómodamente sentadas y han ido saludando a media ciudad como si fueran el Papa, y eso no es lo peor, lo peor es que hubieran seguido saludando a los ciudadanos hasta que no les quedaran fuerzas para hacerlo y su olor las hubiese delatado.
He aquí los problemas y beneficios de llevar pasajeros cuando no ubicas bien tus manos y desconoces lo que lleva dentro de tu utilitario.