Esta columna va dirigida para los más grandes, para los más listos, para esos que se merecen tener una estatua en la plaza principal de su población natal. Esos que el ego lo tienen tan subido, que miran a Dios (si es que existe el tío este) desde muy arriba.

Pero los listos o los que marcan época no son de esta clase de personas que no admiten sugerencias o críticas (aunque esto nos ocurre a la mayoría de los mortales).

A veces, los personajes célebres llegan por un simple gesto o por el hecho de estar ahí en el momento adecuado. Es el caso del periodista irakí que lanzó sus zapatos contra George W. Bush. En tan sólo cinco segundos de gloria se ha convertido en mártir, porque hizo lo que muchos de los mortales hubiéramos deseado hacer en algún momento de nuestra existencia.

Muchos son los que ahora aseguran que el acontecimiento del año ha sido la victoria de Barack Obama en las elecciones estadounidenses. Sinceramente, no estoy de acuerdo. El acontecimiento del año es la salida de un personaje como George W. Bush de la Casa Blanca, que no es lo mismo.

Aún así, ese pobre mártir que lanzó sus zapatos le pueden caer hasta siete años de cárcel, sin contar la paliza que seguramente le dieron tras el incidente una vez que el lanzador de zapatos y los guardaespaldas se libraron de las cámaras y los periodistas.

Este gesto, es sin lugar a dudas universal. El poder lanzar nuestros zapatos a quién en un momento dado se lo merezca...