En demasiadas ocasiones solemos tender a generalizar hablando de los médicos, los periodistas o los políticos como si todos fueran igual y como dice el dicho “de todo hay en la viña del señor”.

Pues así pasa, no todos los políticos buscan enriquecerse ni todos los médicos son negligentes ni todos los periodistas son unos mentirosos. Claro que en este últimoo cas que nos toca suele pasar que los periodistas se convierten en mentirosos cuando dicen o escriben cosas que no nos gustan.

La prensa era, en tiempos muy de antaños, el llamado cuarto poder. Ahora, ese papel está mucho más difuminado porque los intereses políticos y comerciales se inmiscuyen con demasiada frecuencia sin que el periodista de a pie le de tiempo a desmarcarse de él.

En el caso del que nos ocupa, los intereses comerciales suelen inmiscuirse con la libertad de prensa.

La prensa comercial, con demasiada frecuencia, tiene que jugar con ese peligroso límite de qué decir y cómo decir para no molestar a sus mal llamados “clientes”.

Eso es así, y por desgracia, no podemos cambiarlo. Y eso que cuando llegas a la universidad los profesorees tratan de convencerte de lo contrario, de que lo primero es informar, cuando ellos saben de sobra que no siempre se puede hacer así.

Pero lo que sí deberíamos cambiar es no convertirnos en voceros teledirigidos en el que se nos limite nuestra libertad de expresión.

Estaríamos tirando piedras contra nuestro propio tejado si acabaramos actuando así, aunque
en muchas ocasiones la culpa es nuestra...