Durante estas últimas semanas los medios de comunicación, más preocupados por Obama y la crisis, han pasado por alto los numerosos actos de protesta que han llevado a cabo los universitarios. Casi nadie se ha percatado, pero en la Universitat de València llevan dos semanas en pie de guerra contra la reforma del Espacio Europeo de Educación.

Los estudiantes están en contra de lo que ellos llaman “el Master en Formación del Profesorado y Abogacía, la desaparición de titulaciones, la subida de tasas, las becas-préstamo, los recortes presupuestarios, o la entrada y control de las empresas privadas de la Universidad Pública”.

Lo cierto, tengan más o menos razones, es que la política educativa sigue siendo un caballo de batalla que a día de hoy, lejos de zanjarse sigue nadando a la deriva. Y si no miren el espectáculo que está dando la Comunidad Valenciana con su 0particular visión de la asignatura “Educación para la Ciudadanía”. Cada gobierno que llega impone su propio plan educactivo.

A la larga, y también a la corta, los perjudicados son sólo los estudiantes, y por consiguiente, su nivel de conocimientos, lo que perjudica a toda una sociedad, ya sean empresas, organismos públicos, etc. y que hacen que hoy en día, un título universitario sólo sea eso, un papel que no demuestra realmente si una persona es o no competente para la labor que tiene que realizar. Por desgracia, los partidos mayoritarios no se sientan y hacen un pacto nacional sobre la educación que no haya quién lo mueva cada dos por tres.

Ya lo decía un tal Immanuel Kant: “Tan solo por la educación puede el hombre llegar a ser hombre. El hombre no es más que lo que la educación hace de él.