La vida de nuestros políticos nunca deja de sorprendernos. El amigo Zaplana deja paso en el PP a lo que están llamando renovación. Eso sí se va a un puesto de nueva creación para ganar diez veces más. Cuando oyes esto, piensas ‘Oh Dios¡¡ me he equivocado de profesión y de vida’.

Lo curioso del tema es que nuestros políticos son una especie de ‘sabelotodo’. Un día están de portavoz del PP en el Congreso, para luego ser un ¿experto? en Telecomunicaciones y ostentar un alto cargo en Telefónica. Pero si posiblemente Zaplana no domine ni el inglés, ni menos aún el alemán (como dicen que es para asuntos de Europa del Este).

Es como el caso de las renovaciones ministeriales. Hoy son ministros de Sanidad, mañana de Defensa y al otro lo nombran consejero de un gran banco. Dudo mucho que Carme Chacón sea una experta en movilizar ejércitos o que los ministros de Sanidad hayan pasado antes por la gestión eficaz de hospitales.

Pero ¿qué criterio siguen a la hora de asignar estos puestos de alto rango? Yo lo tengo claro, es una forma de regalar sueldos por favores pasados o venideros. En cualquier otro puesto te piden un currículum, una fotografía reciente, te realizan tres o cuatro entrevistas en las que te preguntan si duermes del lado derecho o del izquierdo. Y a estos nada, hoy gano 3.000 al mes, y como es poco ahora le dan 30.000.

Supongo que para ser un buen ministro de Sanidad tendrá que ser alguien que haya vivido de cerca el mal funcionamiento de la sanidad pública o para ser ministro de Defensa, no digo que haya tenido que ser solado, pero si tener algún conocimientos del tema...