A riesgo de parecer algo repetitivos, nos aventuraremos una semana más en el proceloso mundo de las elecciones, de la precampaña que nos toca vivir y de los candidatos de los dos grandes partidos que presentan sus opciones para ocupar La Moncloa.

No sé si vieron la entrevista que un conocido periodista hizo a estos dos candidatos no hace poco. Fueron de los programas más vistos en esa franja horaria, cosa que nos congratula, ya que demuestra que, a pesar de todo, los españoles y españolas aún se siguen interesando por la política, a pesar de todo. Y decimos ‘a pesar de todo’ porque (y esto es ya una apreciación del que escribe estas líneas) fueron capaces, ellos dos solitos, de aburrir a todo ser humano que en esos momentos tuviera sintonizado el canal que emitía estas entrevistas.

No bastó que el periodista en cuestión tratara de sacarle algo de jugo a las respuestas de ambos candidatos. Siguiendo al pie de la letra las bases de sus discursos, abusaron de muletillas, frases hechas y perífrasis verbales, por no hablar de expresiones ya manidas marca de la casa como “no tenga usted ninguna duda”, “mire usted”, “lo que representa”, etcétera.

Ninguno de los dos se atrevió a romper con el tedio de la televenta política de productos electorales y proporcionar a los telespectadores una entrevista ágil, con propuestas concretas. ¡Qué pena!