Aunque todavía no ha llegado la campaña electoral, todo el mundo la siete próxima. Es como la Navidad, los grandes almacenes ya se encargan de recordarnos que empecemos a pensar en las compras y regalos. Con la política y los períodos de elecciones pasa un poco lo mismo.

Aunque hasta el 9 de marzo no debamos ir a votar, los partidos políticos ya empiezan a lanzar sus mensajes.

Pero no sólo las fuerzas políticas hacen acto de presencia en el circo electoral, sino que cualquier asociación o grupo con la más mínima influencia se cree con el derecho de inundarnos con sus mensajes. Que cada cual que lee estas líneas piense en quien quiera, a buen seguro acertará con la elección.

Pero lo que más sorprende en todos estos días (y lo que te rondaré morena hasta el próximo día 9 de marzo) son los mensajes que unos y otros se afanan en lanzar a los cuatro vientos.

Mientras que los que ostentan el poder (a cualquier nivel) afirman que nos falta poco para volver al Jardín del Edén del que Dios echó al ser humano hace milenios, los de la oposición nos advierten que son la única solución para salir del infierno al que nos abocan los que gobiernan.

Chanzas y bromas aparte, lo que humildemente recomendamos desde estas líneas es que, una vez llegado el momento, y con el programa electoral de cada formación política en la mano, nos encerremos a cal y canto en casa, estudiemos las propuestas y salgamos el 9 de marzo a ejercer nuestro derecho al voto. De lo contrario, corremos el riesgo de quedarnos con un mensaje del que no hay nada que rascar (tal y como dice un buen amigo mío) y decidirnos por una opción según la persona que podría ser el próximo presidente del Gobierno. En fin, ustedes mismos.