No es la primera vez que desde estas líneas tratamos el espinoso tema de las multas de aparcamiento, grúas municipales y demás aspectos relacionados. Todo el mundo que lea este periódico sabrá, poco más o menos, lo que últimamente se está divirtiendo la autoridad competente a la hora de sancionar a diestro y siniestro a todo aquel que osa dejar su coche en doble fila.

Desde hace unos días es muy común encontrar los ya típicos papelitos rosa en los parabrisas de los vehículos y los famosos adhesivos fosforitos en el suelo, ocupando el lugar de nuestro querido coche. Imaginamos que los agentes locales sólo cumplen con su deber, cosa que aplaudimos, pero lo que sí sería interesante saber es a quién se la ha ocurrido la genial idea de sancionar el estacionamiento en doble fila en una zona en la que cada mañana una ingente cantidad de trabajadores y trabajadoras intentan aparcar bien.

La alternativa es clara: usemos el transporte público. Sin embargo, y como sufridor que soy del mismo por obligación y necesidad, sólo encuentro peros. ¿A quién le gusta estar 45 minutos en el tranvía cuando se puede recorrer esa misma distancia en menos de 20? ¿A quién le gusta andar como sardina en lata, porque a ningún responsable político de esta ciudad se le ocurre destinar más dinero para comprar más trenes con los que descongestionar las horas punta?

¿A quién le gusta pagar cada vez más por un billete que da derecho a los mismos servicios que el año pasado, cuando encima hay que lidiar con aspectos como las hipotecas, gasolina, inflación, etc? (Me río yo de la bonanza económica).

Pero creo que me estoy desviando algo del tema. En definitiva, me sigo preguntando a quién se le ocurre no dejar aparcar en doble fila, máxime cuando cada vez son menos las alternativas que se ofrecen para estacionar en los Poblados Marítimos. Desde aquí sugerimos a la gente del Consorcio 2007 que, ya que quieren recuperar la Dársena Interior, recuperen el aparcamiento de la antigua Estación Marítima, y que ahora se muere del asco mientras que los sufridos conductores debemos dar vueltas y vueltas en busca del hueco perdido.