Que si AVE para Málaga, que si AVE a Valladolid, que si el AVE a Barcelona no llega, que si el de A Coruña no llegará hasta el 2014 que si el de Valencia ni se sabe, parece que últimamente el futuro de España y del ‘mundo mundial’ depende del fin del maldito tren de alta velocidad.

Todavía tengo mis dudas de la idoneidad o no idoneidad de esta insufrible obra. No dudo de que sea bueno para todos, pero de ahí a que el futuro de la Comunidad Valenciana y del resto del Estado dependa de él hay trescientos mil siglos. Primero porque las inversiones realizadas para obras tan faraónicas no se recuperarán en dos días, quizás nunca, y segundo porque el precio de sus billetes sólo permitirá su uso a unos cuantos.

Lo que sí es cierto es que Valencia, siendo la ciudad, de las denominadas importantes, que más cerca está de la capital, sea la última en recibir este tren. Pero tampoco menos cierto es que los políticos de aquí se pasen el día erre que erre con el mismo tema. Cuando critican la tardanza en la llegada del AVE también podrían mencionar las obras de la CV-35 que se encuentran medio paralizadas y que ya han provocado un aumento considerable de accidentes en este tramo. Ver para callar, que en política no vale todo como piensan muchos de nuestros políticos, la teoría de Maquiavelo debería de haberse superado hace muchos siglos, pero sigue en vigor hoy en día como si fuera su Biblia particular.

AVEr cuando llega el fin del tren de alta velocidad porque a este paso el discurso político va a estar protagonizado por este asunto tapando otros como el estado actual de la sanidad pública y los retrasos cada vez más acusados en la atención al paciente que en ella se producen.

Es curioso como de este tema no se preocupan ni la asociación de empresarios de turno (que cada quince días piden la llegada del AVE) ni los sindicatos, cuando si nos paramos a pensar un poco, un mal funcionamiento de la sanidad acarrea grandes pérdidas a las empresas y va contra el desarrollo económico, más que el tren de los c...