Iba paseando esta semana por la calle y me encontré con uno de esos innumerables carteles que inundan nuestras fachadas y que en cierto modo son hasta más decorativos que los ladrillos o el cemento. Mira tú por donde que se me acaba de ocurrir una forma de decorar mi casa, ni pintar siquiera, “¡ale!”, dos carteles de esos que anuncian conciertos y te queda hasta moderno, como ahora todo vale.

Bueno, nos habíamos quedado en que iba paseando y me quedé leyendo uno de esos carteles que anuncian conciertos y me llamó la atención el nombre de alguno de los grupos que actuaban. Uno de esos grupos se hace llamar, ni más ni menos que “Segismundo Toxicómano”. Ahí queda eso. La verdad es que no sabes lo que te puedes encontrar si vas a uno de sus conciertos pero vaya tú por donde que sólo por el nombre te entra la curiosidad de ver que cantan. Pero todavía no me había respuesto del susto cuando leí el nombre de otro de los grupos que actuaba en el mismo concierto, “Ni por favor ni ostias”. Al que se le ocurrió este nombre le tenían que dar un Goya o un Óscar por su imaginación. Cantar bien no sé si cantarán pero sólo por el nombre ya se han ganado mis máximos respetos. Es como el título del último álbum de los “Mojinos Escozíos”, “Pa Pito el Mío”.

¡¡Viva la imaginación¡¡ Qué falta hace en esta vida que aveces es demasiado aburrida.

Rebuscando en mi escaso saber sobre el tema y, sobre todo, en ese baúl que le llaman “interné” encontré nombres de grupos de rock que me hicieron reir al menos durante un rato: “Amenoskuarto”, “A palo seko”, “Benito Kamelas”, “El falo de Vigo”, “Vatikano”, “El último ke zierre”, “Fe de ratas”, “Homo no sapiens”, “Konsumo Respeto”, “Kon-Ira”, “La mala ostia”, el solista “Manolo Kabezabolo”, “O.V.A.M. (Os vamos a matar)”, “Platero y tú”, “Tomás y los demás”,...

Vamos, que lo del nombre es lo de menos, o lo de más, según se mire...