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Editorial

El puerto se juega su futuro
Carlos Vicedo, 26/06/2003

Las quejas, reclamaciones o lamentaciones son las acciones que más se están produciendo últimamente por parte de las compañías navieras, agencias marítimas y empresas estibadoras, por un lado, y los sindicatos de los trabajadores portuarios, por el otro, amén de los transportistas de contenedores y demás colectivos relacionados con la estiba.

Lo más preocupante de todo esto es el tiempo que se está prolongando esta situación, sin llegar a los acuerdos necesarios para que la operativa portuaria se realice con normalidad, entendiéndose con los estándares de productividad y calidad que requieren los usuarios de un puerto interoceánico, máxime cuando la competitividad por conseguir este estatus es impensable.

El puerto de Valencia, que se ha posicionado entre los primeros del Mediterráneo, ha tenido un período de crecimiento espectacular, en el que se han construido las instalaciones adecuadas para atender la demanda, además de dotarse de los medios mecánicos necesarios.

Ahí están los muelles, terminales y equipos preparados para atender el tráfico actual y el crecimiento que se pueda producir en los próximo años, así como los proyectos de ampliación para atender posibles demandas futuras, concretamente hasta 2015.

Sin embargo, se ha fallado en la dimensión y preparación del personal necesario para atender este tráfico. Claro, que esta situación también tiene su explicación. Por un lado, existía la costumbre de doblar o triplicar las jornadas por un mismo trabajador, lo que permitía ir absorbiendo estos incrementos de tráfico. Por otra parte, estaba el miedo a incrementar el personal y sufrir una pérdida de trabajo que representaría volver a establecer un plan de regulación de empleo, como ya sucedió en 1992. Aún hoy en día se está amortizando el coste de la reducción de la plantilla.

El hecho de no poder doblar, el crecimiento del tráfico local y los incrementos tan espectaculares del último año en los transbordos han sacado a la luz todas las carencias y defectos del sistema, que ahora están a punto de hacer peligrar la interoceanidad del puerto, tanto por la falta de personal como de productividad en las operaciones.

La crispación que se está apoderando de todas las partes afectadas de un tiempo a esta parte no debe influir a la hora d analizar la situación y tomar las medidas necesarias para que los buques y las mercancías no se vean afectadas, aunque en el camino se queden algunos de los usos o costumbres que se venían aplicando hasta la fecha, ya que en la adopción de las medidas adecuadas nos va el futuro a todos.


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