Vivimos en una sociedad tan absurda que la gente necesita sentir que su adrenalina funciona para sentirse viva.

Como a estas alturas nunca nos persigue un tigre necesitamos subir a artefactos extraños para sentir terror o pánico a las alturas y la velocidad; vivimos más deprisa de lo que realmente requiere nuestra modesta vida para poder decir que tenemos mucho estrés y mucho trabajo; y vemos películas de “miedo”. Aunque más que miedo suelen ser de mucho sufrimiento.

Sobre todo aquellas que encima de malas son largas. Es un padecer insoportable. Con unas absurdeces que nos dejan lívidos. ¿Pero quién escribirá esos guiones en los que el bueno (porque en estas pelis siempre hay buenos y malos, que debe ser primo de Frodo por lo “alelado” que suele ser) en una persecución de zombies decide que lo mejor para no caer en las garras de los muertos vivientes es meterse a investigar en una casa abandonada, oscura y sucia como si sus dueños tuvieran el Síndrome de Diógenes?. A ver alma de cántaro (pensamos) pero no se puede ser más tonto, señor, si está “cantao” que en cuanto salgas (porque encima sale) te vas a encontrar de bruces con la macabra “troupe” que te va pisando los talones. A nadie se le ocurriría tal cosa en la realidad en el hipotético caso en el que este tipo de seres existiesen a no ser que sus neuronas también fueran resucitadas.

Pero no contentos con estos alardes de creatividad, el cacho carne con ojos que han tenido a bien de escoger para centrar este tormento, consigue sobrevivir, que es un milagro con ese coeficiente intelectual, y sigue haciendo de las suyas como caerse sin ningún impedimento, meterse en callejones sin salida, que lo vemos venir en el momento que gira la esquina, y una serie de “patochadas” que nos hacen desear su muerte lo antes posible para que esta tortura deje a nuestros castigados nervios en paz y por fin pueda terminar con gracia la película. Porque lo malo es que con este tipo de cine ni siquiera nos queda el beneficio de poder dormirnos por la histeria colectiva que se apodera de nuestro cuerpo.