Veintepies :: ¿Te casas...?

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Tropiezos

¿Te casas...?
Avirul, 01/06/2007

Desde el día que recibimos la invitación se inicia un sufrimiento sutil que irá haciéndose cada vez más patente a medida que nos acercamos a la fatídica fecha.

Nada más enterarnos de la buena nueva buscamos en el calendario mentalmente, otra boda o parecido para poder juntar cuantas más mejor. Cuando descubrimos que las 15 que tenemos en este año están muy bien repartidas por el almanaque, nuestro ánimo se suicida y nos preguntamos si seremos algún amuleto de moda, para que los que piensan juntar sus vidas, oficialmente, hasta que el divorcio los separe, nos inviten a todas. Maldecimos mentalmente al novi@, o similar, que a tenido a bien de contar con nosotros para este terrible día y nos despedimos con la mayor brevedad para que no acabe notándose el tremendo odio que sentimos hacia su persona. Como nuestra memoria es selectiva, pero mucho, y nuestro odio siempre ha sido de pega, al poco se nos olvida. Pero cuando comenzamos el mes en cuestión entre todos los gastos pendientes surge como un chivato el del “bodorrio” aquel que hará que un mes más no terminemos con bien. Eso sin contar con la correspondiente despedida en la que posiblemente nos gastemos más dinero aún, rodeados de personas humanas que ni conocemos, ni ganas, disfrazados de abeja Maya con algún que otro objeto, insultante a la vista, coronando nuestra ahumada cabeza. La experiencia, que no por miles de veces vivida, resulta menos penosa, nos cuestiona cuál será la cantidad de aburrimiento que puede soportar nuestro organismo.

Y llega el día de la boda en el que nos volvemos a disfrazar pero a lo grande, previo pago, con un traje que nos hace parecer o por lo menos sentir que somos una perdiz con ligas, pero que no evita que se nos vea la cara. Esa que tendremos que impostar todo el tiempo para parecer la encarnación de la “filicidad”. La comida, la compañía, el sitio, todo perfecto. Alguien ha tenido los ....para decirle a los novios que su boda será un trauma de por vida, o que era horterísima, o que todo estaba asqueroso, incluidos los impresentables que han sentado a su mesa. Que tire la primera piedra.

La única satisfacción la encontraremos al llegar a casa cuando nos quitemos esos zapatos que nos han dejado los pies como si nos hubiera pisado Mazinger Z, repetidas veces, y durmamos el sueño de los justos o el de los alcohólicos, que habrá que ahogar tanto sufrimiento.


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