El juego comienza eligiendo un jugador/guardián que se sitúa de cara a una pared. El resto de los jugadores deberán colocarse a cierta distancia del mencionado guardián. Este contará con ritmo de canción hasta tres, permaneciendo frente a la pared custodiada y mientras tanto, el resto de los jugadores deberán avanzar con el objetivo de tocar la pared. Una vez el guardián cuente hasta tres, se dará la vuelta y señalará a todos aquellos jugadores que se estén moviendo para que vuelvan atrás de nuevo con el propósito de volver a iniciar su avance. Ganará el jugador que logre llegar a la pared sin que el guardián le haya visto moverse. Y el ganador ocupará el lugar del guardián.

Se trata de un antiguo juego de niños, que no necesita de ningún dispositivo electrónico, ni de cartón, interesante ahora que tanto Papa Noel, como Santa Claus, como los RR.MM. ha tenido auténticos problemas logísticos para recoger los regalos en Oriente. No tiene límite máximo de jugadores y puede partir con un par de ellos. Aunque si que podríamos dejar volar la imaginación y hacer algunos cambios tanto en el escenario, como en sus actores. Por ejemplo, supongamos que esa pared la sustituimos por un slot en un buque o en un avión, por una parcela en una zona de actividades logísticas, con su licencia de obras y de habitabilidad.

También podría ser por las llaves de un acceso por el lado donde el viento sopla más frío y que, además, tuviera un nuevo espacio de sobra para más jugadores. Puestos a inventar, vayamos con un premio de justiprecio para todas aquellas partes que intervienen en la cadena de suministro, desde el que cava un agujero, hasta el que hace buen uso de lo que allí sale, crece y le llega. ¿Y los jugadores, esos niños? Bien podrían ir equipados como fabricantes, vendedores, cargadores, operadores logísticos, transportistas, puertos, aeropuertos, estaciones, terminales de todo tipo, medios internacionales, fronteras, compradores, distribuidores y hasta consumidores, administrados, en definitiva. Por último, algo habría que hacer con el guardián para que fuera rotando, digo yo, aunque me suenan palabras como urnas, papel, sufragio y similares. En fin, creo que he complicado tanto un juego tan sencillo que incluso se parecería a la vida real, una vida real de ciencia ficción, por supuesto, por mucho calamar que nos den las redes sociales. “El mundo lúdico de los niños es tan real e importante para ellos, como para el adulto el mundo del trabajo. Así que justo es concederle la misma dignidad a ambos” (Bruno Bettelheim).