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La CV-821 de Alicatne y la CV-670 de Valencia los tramos de concentración de accidentes
VM, 26/05/2020

La vida confinada en la que hemos vivido estos dos últimos meses para frenar la expansión de la pandemia del COVID-19 ha tenido consecuencias positivas en los accidentes de tráfico. Las imágenes habituales de atascos por la operación salida de Semana Santa o el Puente de Mayo han dado paso a fotogramas de carreteras excepcionalmente desiertas, como recién salidas de una película de ciencia ficción, que han dejado cifras positivas en relación a los accidentes de tráfico. Así, según datos de la DGT, entre el 15 de marzo y el 7 de mayo de este año, la movilidad se ha reducido en torno a un 70% y los fallecidos al volante han descendido un 69%.

Pero no se puede bajar la guardia. La recuperación de la movilidad traerá también un aumento de los accidentes de tráfico en los próximos meses, especialmente en las carreteras convencionales no sólo por la vuelta a la normalidad, sino que además, habrá que sumar nuevos factores de riesgo que incidirán especialmente en los desplazamientos de largo recorrido: habrá más viajes de turismo nacional y de interior que en años anteriores por las dificultades de salir al extranjero, con un probable repunte en el uso del coche privado, cuyo parque móvil está muy envejecido.

No olvidemos que, según las principales conclusiones del estudio de la Fundación Línea Directa, “Carreteras convencionales: el agujero negro de la seguridad vial”, elaborado en colaboración con Centro Zaragoza, en la última década (2009-2018), las carreteras convencionales han sido el escenario de 7 de cada 10 fallecimientos en accidentes ocurridos en vías interurbanas, con un total de 10.500 muertos, multiplicando por 3 el número de fallecidos de las autopistas y autovías.

En relación al índice de letalidad de las vías interurbanas, las carreteras convencionales multiplican por 1,5 veces la letalidad frente a las autovías y autopistas (2,8 fallecidos por cada 100 víctimas, frente a 1,8), aun teniendo en cuenta que las carreteras convencionales tienen limitada la velocidad a 90 km/h como máximo. El número de heridos graves también es más elevado en carreteras secundarias y representa un 72% del total registrado en vías interurbanas.

Ante la actual situación de progresivo desconfinamiento y la vuelta a los niveles habituales de movilidad, la Fundación Línea Directa, en colaboración con Centro Zaragoza, ha estimado que este año la situación se agravará, dado que los muertos en las carreteras secundarias en España volverán a suponer un 75% de los fallecidos de las vías interurbanas, un dato similar al conjunto de la década.

No obstante, el dato positivo que trae el COVID-19 es que el número de fallecidos en el conjunto del año se verá reducido en un 27%, con un total de casi 600 muertos frente a los 800 del año anterior en estas carreteras.

Accidentes muy violentos con infracciones graves
Los accidentes en las carreteras convencionales son de una violencia extrema. La salida de vía, sobre todo en las rectas, es el accidente más repetido en las carreteras secundarias (35%), y generan una alta mortalidad, con un 37% de los muertos. Por frecuencia, le siguen los siniestros por colisión frontal y frontolateral (23,5%), que generan un 28% de los fallecidos, aunque en el caso de la colisión frontal tiene una tasa de letalidad 2 veces superior a las salidas de vía. Entre los factores concurrentes se encuentran las distracciones, la velocidad inadecuada, el cansancio y el consumo de alcohol y/o drogas.

La presencia o no de arcén en este tipo de vías tiene también una importante incidencia: un 78% de fallecidos en carreteras convencionales se produjo en vías sin arcén o con dimensiones inferiores a 1,5 metros.

En cuanto al momento del accidente, los meses de junio a septiembre son los que mayor siniestralidad registran: un 40% de las muertes en estas vías tiene lugar en verano. No es de extrañar, por tanto, que el nexo común de los puntos negros más peligrosos de las carreteras convencionales sea su cercanía a la costa.

TOP 5 de puntos negros en carreteras convencionales
Por Comunidades Autónomas, en términos absolutos, Cataluña ocupa el primer puesto en cifra de fallecidos en carreta convencional (17%), seguida de Andalucía (13%). La Comunidad Valenciana se encuentra en quinta posición, con un 9%. En contraposición, Euskadi (0,7%) y Cantabria (1%) son las regiones con menos muertes en sus carreteras secundarias.

Si relativizamos estos datos al número de accidentes por kilómetros de vía, Cataluña (0,48) y la Comunidad de Madrid (0,45), son las regiones con más accidentes por kilómetro, muy por encima de la media nacional, que está en el 0,23. Por su parte, la Comunidad Valenciana, con 0,32 accidentes por cada kilómetro de carretera secundaria, también supera la media nacional. En el lado opuesto se encuentran Castilla-La Mancha (0,03), Navarra, Extremadura y Aragón (0,06).

En cuanto al Top 5 en peligrosidad y concentración de accidentes en las carreteras convencionales en 2018, identificados en función de la intensidad media diaria de tráfico y el índice de siniestralidad, lo constituyen el tramo del km 5 al 8 de la CV-821, en Alicante; el tramo del km 1 al 4 de la CV-670, en Valencia; el tramo del km 2 a 5 de la GR-3304, en Granada; el tramo del km 104 al 107 de la PO-311, de Pontevedra; y hasta cinco puntos negros repartidos por la N-634, entre Guipúzcoa y Vizcaya.


 

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