Mientras la incertidumbre sanitaria y económica continúan en España, los datos publicados ayer por el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo en relación con el Comercio Exterior de España en el mes de septiembre muestran que la empresa española encuentra en la exportación uno de sus salvavidas.

Juan Carlos Moro, CEO de DB Schenker en España y Portugal

Aun manteniendo diferencia negativa con los niveles de 2019 (un -3,7% en exportaciones y un -13,8% en importaciones en datos desestacionalizados) el nivel de ventas de la exportación, con 23.250 millones de euros, comienza a situarse en posiciones comparables al inicio del año o al dato de julio.

La cifra resulta más relevante cuando vemos que, en septiembre, las exportaciones se situaron casi un 7% por encima del dato de marzo. De la misma forma, las importaciones se posicionaron un 4% por encima del dato del mes en el que se declaró el estado de alarma.

¿Son estos datos suficientes para alumbrar una recuperación económica? Ciertamente, no lo son. El sobrevenido segundo pico de la pandemia, primero en España y rápidamente en todos los mercados europeos, impactará presumiblemente de manera negativa en el cuarto trimestre. Sin embargo, lo que sí demuestran estos datos es la rapidez de adaptación del tejido empresarial e industrial español para identificar en la demanda externa un reemplazo de la caída del consumo interior.

Exportar en España debería ser una iniciativa prioritaria y con impulso y apoyo de las administraciones. Campañas institucionales como “España, el país más rico del mundo” deben ser el comienzo de una apuesta firme por posicionar la marca en el contexto global. Esperemos que, muy pronto, surjan otras referidas al turismo, la producción industrial, el diseño y la innovación. Es importante que nos demos cuenta de que, sólo en septiembre, la exportación de bienes de equipo supuso el 20,5% del total de exportaciones del país, creciendo más del 6% respecto a 2019; la automoción con el 17,5% del total, creció un 5,3%, y la alimentación, con el 16,5%, creció un 8,4% interanual, es decir, más que la alimentación.

Nuestro potencial adicional a estos sectores es tremendo tras las aguas turbulentas que dejará la COVID-19 en determinadas industrias y empresas a nivel europeo, y hará replantear nuevos modelos productivos, estructuras de costes y de trabajo. Con mucha más gente trabajando desde casa en Europa, ¿qué nos impide posicionarnos como el país en el que ubicar grandes compañías de innovación y tecnología y centros de competencia a nivel europeo, con sus empleados trabajando en el país que ofrece la mejor calidad de vida y clima del continente?