La inversión extranjera en Chile ha experimentado en los cuatro primeros meses de 2018 un vertiginoso crecimiento del 655% en relación a iguales fechas del pasado año, situándose en los 8.475 millones de dólares.

Lo llamativo de esta excelente noticia lo constituye su origen: los dos primeros lugares los ocupan capitales procedentes de Estados Unidos y China, ambos enfrascados en un conflicto comercial cuyas consecuencias ya están afectando principalmente a empresas y personas de estos dos países y a nivel global a varios sectores económicos.

A su vez las cifras del comercio exterior chileno son las mejores alcanzadas para un primer semestre desde 2011, muy próximas a los 40.000 millones de dólares -un 22% más-. Las parcelas silvoagropecuarias e industriales se expandieron un 16%, en tanto la minera lo hizo en un 27%.

Como todos saben, Chile mantiene una red de 26 tratados de libre comercio con 64 mercados, que representan al 63% de la población del planeta y más del 86% del producto interno bruto mundial. Estos incluyen a China y Estados Unidos, siendo su quintaesencia propiciar una corriente de intercambios en términos favorables para las compañías de las partes contratantes.

Para Chile las tendencias proteccionistas que parecen perfilarse en un horizonte cercano son cosas de un pasado ya lejano; quienes ahora las impulsan no son conscientes de que levantar barreras al comercio tarde o temprano termina volviéndose en contra de quienes las promueven con resultados nefastos en la economía interna, y también acaba afectando al avance mundial.

Una cita de peso
Un hito a tener muy en cuenta, atendiendo a las tensiones internacionales detectadas, es la organización en Chile de APEC 2019 (Asia-Pacific Economic Cooperation, en español Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico). Este foro multilateral tiene por objetivo fortalecer la evolución y la prosperidad de los territorios del Pacífico. Materias tales como el comercio entre sus integrantes, la coordinación económica y la cooperación entre sus componentes estarán sobre la mesa. Estados Unidos y China forman parte del grupo.

En el actual escenario adquieren relevancia el Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (11 países, conocido también como CPTPP) y la negociación de la Alianza del Pacífico con Australia, Canadá, Nueva Zelanda y Singapur, y la entrada de nuevos miembros. La agenda chilena incluye las negociaciones dirigidas a modernizar los acuerdos de asociación con la Unión Europea y Corea del Sur, y, cómo no, tratativas con el Reino Unido (posbrexit).

Muy relevantes han sido los acercamientos habidos con Brasil y Argentina; los acuerdos firmados profundizarán la actividad de negocios e inversión con cada uno abriendo enormes oportunidades en nichos como las infraestructuras y energía, entre otros.

Esta conflagración a la que se nos está arrastrando solo traerá retroceso. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), en una actualización de sus proyecciones económicas a largo plazo, viene a decir que China e India -economías emergentes- serían los más afectados si los aranceles vuelven al nivel de la década de los 90.

El coste para la India podría significar hasta un 25% de reducción del nivel de vida respecto al de referencia si se mantuvieran las políticas comerciales vigentes hasta ahora. Para Australia y China las pérdidas serían superiores al 15%. Y alrededor o por encima del 10% para Brasil, Chile, Indonesia, Corea del Sur, Nueva Zelanda o Suiza. Estados Unidos, el recorte lo situaría en un caída de entre el 6% y el 7%.

Hace pocas fechas estuvo en Chile Arun Ramachandran, director de Tata Consultancy Services (TCS) en Latinoamérica. Refiriéndose a la región, indicó que cada país tiene ventajas que lo hacen único. Sobre Chile dijo que "es el lugar más propicio para iniciar nuevos proyectos debido a su economía, ayuda del Gobierno y el desarrollo de oportunidades".

Animó a que en la cuarta Revolución Industrial ya en marcha es imperativo "conectarse con el resto del mundo" y crear redes fuertes en países más avanzados. "Estamos en una era de abundancia, talento, tecnología, infraestructura, y las personas deben tomar ventaja de esto", afirmó Ramachandran.

Las preocupaciones de Chile van en otra dirección. Por lo pronto, continuar con su política de apertura, apoyar las exportaciones e importaciones, vitales para su desarrollo. Mantener las cuentas fiscales ordenadas, continuar atrayendo inversiones y creando los fundamentos para tener una nación más productiva y competitiva.