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PUERTO DE ALICANTE

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El comercio y la cultura del mar. Alicante puerta del mediterráneo
Juan Ferrer
Director de la Autoridad Portuaria de Alicante
VM, 18/03/2014

El libro “El Comercio y la cultura del Mar. Alicante Puerta del Mediterráneo” contiene 20 artículos de diferentes autores cuyo conjunto abarca gran parte de los temas de interés relacionados con el comercio marítimo de la provincia de Alicante y permite un análisis histórico, que aparte de su interés cultural, sirve también para el estudio prospectivo, siempre necesario en la constante redefinición del modelo que debe adoptar el puerto del futuro.

En el libro se recogen testimonios de la actividad comercial de muchos de los actuales 12 puertos autonómicos, que junto con unas 10 instalaciones náutico-deportivas de diversa entidad, jalonan los 222 kilómetros de la costa alicantina.

La diversidad geográfica de la costa alicantina ha hecho que el comercio marítimo haya tenido un desarrollo disperso, al menos hasta el siglo XVI, en que comienza la consolidación de la bahía de Alicante como centro comercial. Las características náuticas de su bahía, su castillo y las comunicaciones terrestres con el centro peninsular marcaron este destino.

Hoy el tráfico comercial se concentra en el puerto de Alicante, pero no siempre fue así. Han sido puertos históricos el Portus Ilicitanus en Santa Pola, el de Denia, el de Villajoyosa y el de Torrevieja, tres de los cuales mantienen hoy actividad comercial.

Los testimonios de la llegada de expediciones del mediterráneo oriental del siglo VIII AC en La Vila y los restos de cerámicas de importación procedentes del Mediterráneo oriental atestiguan la existencia de un incipiente comercio marítimo.

La historia de la actividad portuaria en Alicante comienza en Guardamar del Segura, en las ruinas de La Fonteta, del siglo IV AC que es un centro de almacenamiento y distribución de cargas al servicio de las flotas púnicas. Es posiblemente la instalación portuaria más antigua de la península.

Le sigue el almacén portuario de Picola en Portus Ilicitanus (Santa Pola), del siglo III ac reutilizadas como factoría de garum en época romana; la estructura portuaria de la Illeta de El Campello, la ciudad portuaria del Tossal de Manises, en la Albufereta de Alicante, y los horrea de Dianium, revelan una intensa actividad hasta el final de la época romana.

Las factorías costeras de Els Poblets en la fabricación de ánforas de transporte, almadrabas, factorías de garum, salinas, cabullería, extracción de pigmentos y materiales de construcción utilizan playas para el transporte de sus mercancías, ya que los caminos son prácticamente inexistentes.

En la edad media Abderramán III funda las atarazanas de Denia, desarrolla un arsenal militar y mantiene tráfico internacional. El puerto de Alicante comienza su andadura internacional en el siglo XV con la llegada de las carabelas y naos.

La habilitación de Alicante para el comercio con América realizada por el Rey Carlos III en 1760, centra la atención comercial en Alicante y Torrevieja. La creación de la primera junta de obras en 1803, la llegada del ferrocarril al puerto en 1860 y la junta de obras del puerto de 1901, jalonan la trayectoria de Alicante como puerto comercial, que permitió en 1875 la más importante instalación de recepción y refino de petróleo en España. La británica suministraba desde sus instalaciones del Cocó más del 70% del consumo nacional.

Comienza la construcción de abrigos artificiales y el puerto de Alicante termina su dársena interior hacia 1860. A principios del siglo XX comienza la construcción de puertos comerciales en Denia, de iniciativa privada, con un tráfico comercial basado en la exportación de la pasa y otros productos agrarios que ha evolucionado a un notable tráfico general con las Baleares.

Torrevieja construye su abrigo en 1917, centrado en su tráfico con la sal. Se inician puertos comerciales en Benidorm, 1919 y La Vila en 1923. Se inician puertos por toda la costa. Jávea, Calpe, Altea, Santa Pola, se terminan como puertos pesqueros a mediados de los años sesenta. No siempre los puertos artificiales coinciden con los naturales.

Desde 1981, doce importantes puertos pesqueros y comerciales son gestionados por la Generalitat Valenciana, que ha realizado importantes obras, tanto portuarias como en instalaciones y mejora del entorno puerto-ciudad.

Hasta el primer tercio del siglo XX, el tráfico marítimo es mayoritariamente de cabotaje, debido a la deficiente red de caminos a lo largo de la costa -la CN-332 entre Alicante y Valencia no concluye hasta 1880-. La Vila tuvo a principios del siglo XIX la mayor matrícula de embarcaciones comerciales de la zona. En esa época existen siete aduanas en puertos de la
provincia.

A parte de su singularidad fisiográfica, la costa de Alicante es espacio frontera norte sur desde las guerras púnicas y puerta de entrada desde África al centro peninsular. Es por tanto un lugar de intercambio.

A partir del descubrimiento de América, Alicante adquiere otra función logística, ya que desde Nápoles hasta Génova y Marsella, los navíos que hacen ruta hacia o desde América o África atlántica pasan frente a su bahía, que es por el abrigo y calado la mejor escala para conectar con el centro peninsular.

Alicante comienza su despegue como puerto de interés general con la creación de la nueva Junta de Obras del Puerto en 1903. Los puertos son siempre obras inacabadas y en Alicante se suceden los trabajos, de momento hasta 2007, en que concluyen las obras de la ampliación sur, que permiten atender la demanda en los próximos quince años. Hoy se trabaja en la actualización y mantenimiento de infraestructuras existentes, pero el reto portuario no está en las obras, sino en la gestión.

El impacto económico del puerto es notable, pero el volumen de negocio que realizan las empresas que utilizan necesariamente el transporte marítimo en la provincia es impresionante.

Hoy, las conexiones y las capacidades operativas son mayores que en cualquier otro momento de su historia. El puerto comercial ofrece la posibilidad de aprovecharlas.

Los puertos no son entidades aisladas, sino eslabones de la cadena logística, que exige la integración de todos los agentes implicados en el comercio internacional. Estas conexiones siempre han existido, pero hoy requieren más contactos comerciales en cada ciudad y país de las rutas marítimas, lo que supone oportunidades de negocio y trabajo.

Son motivos por lo que el libro desarrolla los temas culturales, y llama la atención sobre unas ventajas competitivas de nuestro amplio entorno marítimo, que han funcionado en otros momentos de nuestra historia y que pueden reinventarse para para afianzar el futuro con otras mercancías y destinos.


 

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