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Alfonso del Río Socio de Deloitte Legal
@AdelRio_autor
Colaborador en la impartición de distintos postgrados en la Universidad del País Vasco y en la Universidad de Deusto.
Además, compagina sus labores profesionales, con la de ser escritor de novelas de ficción en el Grupo Planeta (Destino), tarea que realiza como afición personal y con un cierto carácter altruista. Del mismo modo y con el mismo cariz, Alfonso es columnista de opinión en el periódico El Correo (Vocento)
VM, 30/04/2020

Se habla mucho ahora de "innovar o morir" (quizá era "renovarse o morir", pero da un poco igual…). E innovar es en lo que deben pensar ahora más que nunca las empresas. No hablamos solo de tecnología. Digamos que la innovación es un arte y la tecnología es un gran pincel. Primero has de pensar en buscar las mejores soluciones. Y después, en cómo "pintarlas", para lo cual podrás tener que usar el pincel de la tecnología. Pero hoy no hablamos de eso. Hoy hablamos de que innovar es más importante que nunca… porque nunca hemos tenido un cambio tan drástico en las reglas del partido. Partido que en muchos casos ha sido suspendido por la lluvia -tormenta, huracán, tsunami- de la pandemia. pic

Es duro que pidan a las empresas que paren. Al menos, que paren del todo. Antonio Garamendi ha pedido que esta medida del "parón" venga acompañada de otras que eviten un agravamiento de la situación, dado que una destrucción masiva de las PYMES y del tejido empresarial, puede crear casi tanta desgracia como un virus, salvando las insalvables distancias. Lo dice comedido, y de modo razonado. Pero sea como fuere, no deberíamos parar.

Porque muchas son las plantas que, durante temporadas, han de crecer hacia dentro, echando raíces, aunque por fuera no las veamos florecer. Porque podremos parar las máquinas, pero no tenemos por qué parar de "pensar". Porque de innovar, de crear, de proponer, uno no ha de parar jamás.

"Seguimos", por tanto.

Por eso, ahora hay que centrarse en lo urgente que, en esta ocasión (muy pocas veces ocurre)
coincide con lo importante. Ahora hay que sobrevivir. Y seguramente, sobrevivirá quien pueda estar más tiempo parado. Quien más tiempo pueda seguir avanzando con los motores parados. Con falta de ingresos y, sobre todo, de tesorería. Como la avioneta que pilota Tom Hardy en la película Dunkerque que, para completar su misión, se queda sin combustible y tiene que planear todo lo posible sobre aquella funesta playa.

En esta época, es flaco el consuelo que un abogado puede dar a sus clientes. O no... Porque nosotros también hemos de innovar, para ellos. De eso se trata: el asesoramiento, ahora mismo, no puede ceñirse a dar información sobre los nuevos decretos, que ya se superponen y son como los cromos: que no sabemos si los tenemos repes o son nuevos.

Nosotros, como confidentes de nuestros clientes, como compañeros de fatigas de quienes ahora mismo tan fatigados están, hemos de seguir ahí. Hemos de pensar también más allá. En sus necesidades. En sus preocupaciones. Lo cierto es que últimamente nuestro trabajo está siendo, sobre todo, escuchar. Escuchar, comprender y, a partir de ahí, aportar. Porque quien tiene mucho que decir, es porque… suele decir poco y escuchar mucho.

Así, hemos ofrecido a todos los que han querido, propios y extraños, clientes o no, una suerte de teléfono de la esperanza. Para decirles que ahí seguimos. Porque a veces no hay que ceñirse a ofrecer ayuda, sino dejar que te cuenten cómo ayudarles. A partir de ahí, en esas llamadas que procuramos atender profesionales expertos en distintas materias (precios de transferencia, IVA, Aduanas, fiscalidad directa) cada uno puede aportar, con humildad y respeto, su granito de arena. Y lanzar un "¿y habéis pensado en centralizar operaciones en la empresa de vuestro grupo que más caja tenga?". O dejar caer un "¿por qué no amoldamos las políticas de precios de transferencia del grupo, para que respeten la realidad de esta crisis, y así evitar gastos financieros innecesarios?". O, por qué no, proponer una revisión de las estructuras de remuneración y riesgos, si responden a la actual realidad y por tanto a la legalidad. También puede ser el momento de preguntarnos cómo estamos gestionando el IVA o las operaciones en Aduanas, para no tener que cargar ahora con adelantos de caja, que antes no importaban y ahora sí. Porque lo que antes era "solo" importante, ahora también es urgente.

Estas soluciones no están "paquetizadas": dependerán por tanto de la posición a nivel de tesorería de las distintas entidades de cada grupo, así como de su estructura de precios de transferencia y de la caracterización funcional de las distintas compañías. Es decir, no habrá soluciones únicas. Por eso, hay que innovar. Por parte de la empresa, para buscar recodos en los que apoyarse y sacar más combustible para el avión. Y por parte del abogado, o asesor, para no ofrecer lo que se nos ocurra, sino lo que se le ocurra al cliente. Al fin y al cabo, el Design Thinking, metodología paradigmática en la innovación, es el proceso de encontrar medidas centradas en el usuario, generar empatía con él y buscar las soluciones que quiere que le demos. Buscarlas juntos.

Porque de eso se trata. De estar juntos en esto. De que, con esas llamadas de la esperanza
que desde aquí ofrecemos a quienes quieran, como forma de arrimar el hombro como mejor sabemos, brindemos esa proximidad y empatía que ahora necesita la empresa, la economía, y en general, la sociedad. Y así, volemos juntos en ese avión que, con pericia y un poco de suerte, evitará estrellarse y acabará por aterrizar, con dignidad, en la playa de la supervivencia.


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