En VALENCIA MARITIMA de hace unos días leí la noticia de que José Mari Bilbao Zarate (José Mari), nos había dejado. Todavía recuerdo cuando su Bar-Restaurante se encontraba ubicado en la explanada a la entrada del Transversal de Levante. Fue progresando por su buen hacer profesional y también por su gran bondad que cautivaba a quienes le trataban. Su traslado al primer piso de la Estación Maritima ubicada en la dársena interior, fue definitivo.

El local se le llenaba casi todos los días a mediodía y por la noche. Pero no era solamente por la calidad de su comida. Era también porque todos nos sentíamos a gusto en dicho local, arropados por las atenciones de José Mari. Tan atento siempre. Sonriendo. Con su acento vasco que nunca perdió. Con su saber hacer. Siempre vigilando a los clientes para que no les faltase nada…

Una prioridad de la Copa de América, nos privó de este excelente Restaurante. Recuerdo la última vez que vi a José Mari. Era por la noche. Estaba en la barra de una cafetería de la Gran Vía Marqués del Turia cuando yo entré con Ana. Lo saludamos y estuvimos hablando de cosas banales, de lo que se suele hablar en las barras de los bares. Entró una persona de color que vendía relojes y bolsos. Nos los ofreció le dijimos que no. El resto de los clientes tampoco compró nada. Comenzó a irse, andando lentamente. Entonces José Mari le llamó.

Y le preguntó “¿tienes hambre?”. El contestó que no había comido nada en todo el día. José Mari le dijo al camarero que estaba detrás de la barra “ponle todo lo que te pida por mi cuenta”. Recuerdo como le brillaron los ojos al vendedor ambulante. De enorme agradecimiento. Cuando se fue saciado, José Mari nos dijo, quitándole importancia, “cuando entró al principio y nos habló , he notado que tenía hambre….” Este era José Mari. Querido por todos los que le conocimos.

Francisco Roca Monzó
Presidente de la compañía Roca Monzó