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El puerto de Alicante, cuna de los primeros submarinos españoles (PARTE II)
Por Victor M. Guerra López y Victor M. Guerra Carratalá
El Garcibuzo de Cosme García (1860)
Sin embargo, el “Ictíneo de Monturiol” no fue el primer submarino que se sumergió en las aguas de Alicante. Un año antes de éste y 25 antes de la botadura del Submarino “Peral”, Cosme García Sáez hacía la primera inmersión de su “Garcibuzo” en el puerto de Alicante. Nacido en Logroño en 1818, García Sáez había demostrado desde muy niño una gran afición por la mecánica trabajando como relojero, electricista tras estudiar la carrera de ingeniería, además de patentar varios inventos.
Todo ello le permitió reunir un capital que invirtió en el sueño que rondaba por su cabeza desde años atrás: desarrollar un aparato-buzo que permitiera la navegación submarina. Cosme encargó a La Maquinista Terrestre y Marítima de Barcelona la construcción del primer prototipo, fabricado en hierro con una estructura semejante a un cilindro de tres metros de eslora, 1,5 metros de manga y 1,6 de altura, siendo probado en la Ciudad Condal en 1858 sin resultados satisfactorios de flotabilidad. Cosme García, después de corregir el diseño, ordenó la construcción de un segundo prototipo, igualmente de chapa de hierro con 5,75 metros de eslora, 1,75 metros de manga y 2,25 de alto. Esta vez, lo dotó de sofisticados mecanismos técnicos que le permitían descender o elevarse así como timones y sistemas de lastre, lo que le concedía una gran maniobrabilidad. El prototipo fue trasladado al Puerto de Alicante a bordo de un buque con el fin de realizar, en el verano de 1859, las primeras pruebas que exigía la Ley de Privilegios para acreditar la puesta en prácticas de su patente. El 9 de julio de 1859 Cosme García solicita la patente en España siéndole concedida diez meses después, y el 25 de abril de 1861 en Francia. El 4 de agosto de 1860, ante notario, se sumerge en el Puerto de Alicante el “Garcibuzo II”, llevando a bordo a Cosme García y a su hijo durante una travesía de 45 minutos sin auxilio ninguno hasta la profundidad máxima de este puerto, moviéndose en todas las direcciones y volviendo a la superficie con gran satisfacción de los que presenciaron la prueba, entre los que se encontraba el Comandante de Marina y otras autoridades seleccionadas por el gobierno. La proeza quedó debidamente certificada por vía notarial. Toda la prensa nacional de la época se hizo eco de la noticia. Ilusionado por el éxito de las pruebas, García se trasladó a Madrid con un modelo reducido en cobre para presentárselo a S. M. Isabel II e interesar al Gobierno para su financiación. Sin embargo, para su frustración, su proyecto fue rechazado por los gastos que durante aquella época tenía que soportar el Estado a causa de la Guerra de África. Cosme García se traslada entonces a París, donde Napoleón III le ofrece una importante suma de dinero a cambio de fabricarlo en Tolón, rechazándolo el inventor por amor a su patria. Durante un tiempo sin concretar, el “Garcibuzo II” quedó anclado en Alicante hasta que las autoridades del puerto, debido a que solo existía por entonces el muelle de levante para atender al intenso y creciente tráfico, comunicó a su constructor que su presencia resultaba molesta para el funcionamiento del Puerto. Durante ese tiempo, el inventor quedó arruinado, por lo que Enrique García, hijo del inventor riojano, se encargó de hundirlo en aguas del Puerto de Alicante donde aún permanece. Se desconoce la ubicación exacta del pecio de “Garcibuzo II”, pero tras consultar los planos de la época y contrastarlos con algunas autoridades portuarias, nos atrevemos a señalar como posible ubicación del mismo el espacio en el que en aquella época se estaba construyendo el dique de Poniente, sirviendo así éste de sepultura de la nave ya que en los distintos dragados realizados en la dársena interna a lo largo de los años, no consta que apareciera resto alguno. No obstante, en alguna crónica se apunta a que el buque fuera hundido “a la salida de dicho puerto”, es decir, a la salida de lo que es ahora la dársena interior. Dada esta alternativa, proponemos a alguno de los organismos competentes -Autoridad Portuaria, Ayuntamiento, La Armada, Diputación,- se cerciore de que es así. O cuanto menos, les animamos a realizar réplicas de las dos naves en gratitud y reconocimiento póstumo del Puerto de Alicante a los dos inventores por haber escogido nuestro Puerto como destino para sus proezas, ayudando de este modo a engrandecer su papel y lugar en la historia de nuestro Alicante. |
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