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Lunes, 29 de diciembre de 2025


El factor medioambiental en la gestión estratégica
Cristina Crespo, 22/12/2003

En las últimas décadas la gestión de los recursos naturales ha sido una de las cuestiones más relevantes en las compañías, que afecta a todos los niveles de operaciones. Se está produciendo un cambio hacia una nueva filosofía de gestión que propugna el uso de técnicas que minimicen la generación de contaminantes, la realización de cuidadosos estudios de los procesos productivos, así como el empleo de tecnologías emergentes que faciliten el tratamiento de los residuos generados.

En este contexto social se producen alteraciones en los negocios tradicionales, llevándoles, en ocasiones, a replantearse la realización de cambios en los procesos y productos con el objetivo de satisfacer las necesidades de la nueva demanda, convertida en más exigente con respecto al impacto que la actividad económica produce en el entorno. Esto genera una serie de modificaciones en los procesos productivos que permiten ahorros de materiales y energía, mejoras en la calidad de los productos, y una modernización y mayor rendimiento del proceso de transformación.

Existe un conjunto de factores que presionan a las organizaciones a poner en marcha estos mecanismos que ayuden a una gestión responsable para sobrevivir en los mercados actuales.

Poco a poco, los directivos van aceptando la inclusión del factor medioambiental en la gestión estratégica y operativa de la compañía y como reacción a estas presiones, en la mayoría de los casos, las firmas se dirigen a implantar algún tipo de estrategia medioambiental.

En este sentido, un correcto posicionamiento medioambiental necesitará una complementariedad entre los recursos humanos, cultura empresarial así como en las capacidades organizativas y los recursos financieros, donde queden implicados también la gestión, investigación y desarrollo, la producción y el marketing. Para que esta integración se produzca es vital determinar cual es la posición de la compañía con respecto a la variable medioambiental y el grado en el que las nuevas iniciativas deberán enlazarse o mantenerse separadas de las actividades existentes. A pesar que de todos los departamentos, el de producción es tal vez el que genera mayores impactos en el medio ambiente, el conjunto de ellos debe quedar implicado en la gestión del mismo, coordinando las actividades para que la mejora no revierta sólo en el de producción, sino en toda la organización en general.

El desarrollo de este tipo de estrategias puede llevar a la organización a obtener ventajas competitivas tanto de carácter interno, consecuencia de los cambios organizativos y de gestión para obtener un incremento en la eficiencia de los consumos de los recursos naturales y por tanto de una reducción de costes a largo plazo; así como de tipo externo por la mejora en la imagen como consecuencia del cumplimiento de la normativa y de prácticas dirigidas a la protección del medioambiente.

Periódicamente, las compañías se transforman, como respuesta a los cambios externos, para ello, cambian las estrategias, los productos y servicios, las tecnologías de producción y los sistemas organizativos. En las próximas décadas, las firmas seguirán cambiando y creando nuevos conceptos de estrategia, siendo probable, que en el futuro, las bases para ganar ventajas competitivas se apoyen en un incremento de las capacidades tales como, la minimización de residuos, diseño de productos verdes y cooperación tecnológica. La gestión del medio ambiente, en este sentido, se está convertido en una herramienta útil que permite diferenciarse de los competidores tanto presentes como potenciales.