El verano de 2007 ha sido un período de cierta inestabilidad económica, según un informe de la Confederación Empresarial Alicantina.

El documento afirma que “se ha avivado la preocupación sobre los riesgos que una crisis crediticia puede tener en el sistema financiero internacional y en la economía real”.

Las previsiones actuales de inflación en Europa apuntan a que se mantendrán en torno al objetivo del 2%. Sin embargo, este dato puede verse modificado como consecuencia de las presiones alcistas del precio del barril de petróleo, que ya cotiza a 70 dólares el barril, así como el de algunos alimentos básicos, como los cereales.

Esta subida se debería, según dicho informe, a la mala cosecha en algunos países del Este, el incremento de estos productos en Asia y una mayor demanda para la producción de biocombustibles.

Con este panorama, las perspectivas de crecimiento mundial de hace unos meses se han moderado, aunque previsiblemente el impacto de la crisis crediticia será mayor en Estados Unidos, donde el descenso de las ventas de viviendas desde principios de 2007 es del 26%, con el peligro de producirse un contagio en la economía europea.

En el caso de la economía española, las previsiones apuntan a un aumento del PIB para el 2008 entre el 2,7 y el 3,3%, según el Gobierno. En ambos casos se produce un ajuste gradual de la economía española y un claro cambio de composición de la demanda interna, en la que la inversión residencial prácticamente no tiene aportación al crecimiento del PIB.

El gasto de las familias en 2008 tampoco alcanzará el dinamismo de años anteriores. De este modo, la inversión empresarial seguirá siendo el componente con mayor fortaleza del PIB, aunque abandona tasas de dos dígitos alcanzadas en 2006.

La moderación de la demanda interna puede contribuir al menor empuje de las importaciones, que convergerán a la baja con la tasa de crecimiento de las exportaciones.