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Franciso Palau i Pons Un hombre que se viste por los pies
Este título que puede parecer una perogrullada cada día se estila menos, no crean.
Si hiciéramos el ejercicio de buscar una palabra que a Paco Palau le satisfaga como definición de su persona, los que le conocemos bien lo tendríamos muy fácil. Paco se considera, ante todo, estibador. Estibador en el más amplio sentido de la palabra.
Este oficio es el que ha llenado una gran parte de su vida y lo ha sabido hacer con enorme profesionalidad y con total entrega. Cincuenta años dedicados a la mar, a los buques y a la carga no son pocos para un viejo marino que tiene la suerte todavía de conservar la ilusión de un principiante y la sabiduría que le da la dilatada experiencia acumulada. Paco no se jubila por mucho que lo repita para ver si él mismo se lo cree. Es posible que, después de dejar la oficina de su querida Lonja del Pescao, lo veamos fondear entre El Calabuig y Friopuerto o entre Docks y Cesa Logística. Dependerá de cómo sople el viento ese día. Pero su cita con la mar y con el puerto seguirá produciéndose aunque ahora tenga unos nietos que le hacen perder la cabeza. Yo entiendo que cuando una persona ha sido capaz casi de dejarse la propia vida en la actividad por la que siente verdadero entusiasmo, le es muy difícil pasar la página y vivir el día después como si aquí no hubiera pasado nada. No está hoy, por otra parte, el negocio portuario como para prescindir de hombres que saben dónde tienen la mano derecha porque así lo han venido demostrando a lo largo de muchos años. Yo no creo que Paco se jubile. Pero si ello fuera cierto, con él se iría el último capítulo de los Estibadores que han escrito las páginas más importantes de nuestro puerto. Si así es, como si no, Paco Palau nos va a seguir viendo a todos, principalmente a sus enemigos, porque, entre otras cosas, gracias a ellos sabe dónde nos tiene siempre a muchos que somos sus amigos. |
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