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Domingo, 28 de abril de 2024


Origen 22, destino 23
VM, 30/12/2022

Despedimos un 2022 marcado por la invasión de Ucrania, subida de tipos de interés, inflación, crisis globalizada y la consecuente desaceleración del sistema…Veníamos de pandemia, recuperando actividad económica y con buenos augurios macroeconómicos proyectados, pero después de los J.J.O.O. de Pekín, Putin ataca Ucrania y vuelve a dejar el tablero de juego patas arriba, pero peor aún. El desbarajuste político internacional queda patente, con China, principal socio ruso, en medio, apoyando con la boca pequeña, dado que recordemos que producen para vender a E.E.U.U. y Europa mayormente. Ante la parsimonia política y la inoperancia de organismos internacionales, que tan sólo han alimentado la guerra financiando armamento, los mecanismos automáticos de la economía de "la mano invisible" de Smith, se han encargado de subir los tipos de interés por parte de los bancos centrales. En 2022, la época dorada del dinero gratis o tipos negativos llegó a su fin.

Obviamente la cadena de suministro ha resultado uno de los primeros factores que generaron la inflación. El patrón logístico ha variado en todas las ramas de actividad, siempre bajo el yugo de mayores costes. Todo ha subido. La constricción de petróleo y gas ruso han sido detonantes clave, pero la situación puede empeorar ahora en invierno. Esperemos que la escalada de precios haya tocado techo y los mercados se estabilicen, pero las previsiones oficiales siguen mostrando inflación a la vista. De crisis a recesión sólo hay un paso, en estos momentos no queda claro si ya lo estamos dando o si nos encaramos a la explosión de la burbuja. La cesta de la compra se ha visto mermada por los incrementos de precios de la energía, hipotecas, materias primas y transporte, además de que todo ha subido de manera generalizada, en todo el mundo. La merma en la capacidad de compra de los hogares se acentúa cuando hay alta inflación y escasa subida de salarios, dado que agranda la brecha de riqueza efectiva del consumidor. Pero claro, subir salarios implica subir costes a repercutir en el precio. Pescadilla que se muerde la cola.

En estos momentos de reajuste del sistema, la industria logística global ha aprovechado para promulgar mayor concentración en las multinacionales. Las economías de escala que obtienen son inalcanzables para las PYMES. Las grandes navieras saltan del agua, surcando los cielos con nuevos cargueros y atacando el lado tierra con almacenes y camiones. Las grandes transitarias y logísticas, siguen paralelamente su inevitable proceso de concentración. El servicio logístico actual requiere constantes inversiones en mejoras estructurales, informáticas y de calidad, a lo cual no todas las empresas del mercado están capacitadas. Sin inversión, se resulta menos eficiente, por lo que las grandes multinacionales van ganando cuota de mercado a costa de las PYMES. Se estimaba que la automatización, robotización, IA, blockchain y logística verde marcarían el 2022 en el sector logístico, pero la crisis en la que vivimos sumidos ha ralentizado estas realidades venideras. Hay menos pastel a repartir y no todos llegan a probarlo.

Este 2023 entrante es un reto para tod@s. Acabamos el año con volúmenes decrecientes de mercancías y cargas, sin previsión de recuperación a corto plazo. Toda la cadena de suministro se ha visto afectada, de cabo a rabo. Descenso de actividad en origen, menor volumen de cargas internacionales, contracción de la distribución local, etc. En esta tesitura, nuestro gobierno central debe dar la talla. Activar los hubs aéreos internacionales de Barajas y El Prat, además de dar vida al corredor mediterráneo resultarían espoletas importantes para reforzar la infraestructura local. Además, esperemos se pronuncie sobre la ampliación del puerto de Valencia, de manera positiva, ya sea por el bien del medio ambiente, o por el del desarrollo de actividad y comercio que parece podría significar. Dios dirá…

Ignasi Llibertat