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Cajero diabólico
Vamos a sacar dinero tranquilamente un fin de semana cualquiera, todo normal hasta que vemos que nuestra tarjeta no sale, de repente asoma un poco pero se vuelve a esconder y el cajero nos dice que consultemos a nuestro banco, aunque después nos dice que recarguemos el móvil, así que no le podemos hacer mucho caso, aunque más tarde comprenderemos los mensajes del diabólico.
Un sudor frío recorre nuestra espalda cuando empezamos a buscar un interfono para comunicar a la entidad tragona en cuestión lo que han hecho con nuestra pobre, nunca mejor dicho, tarjeta. No lo encontramos. Cómo puede ser. No nos podemos quedar a pasar el fin de semana en el cajero. En la pantalla del mismo, no paran de salir mensajes absurdos como "Ahorra con nosotros". Encima cachondeo.
Tenemos un disgusto terrible, maldecimos la hora en la que entramos a este cubículo mínimo, donde el termómetro marca 60º a la sombra y que hará de nuestra casa hasta que consigamos saber qué hacer. De repente un nuevo mensaje en la pantalla, un número de teléfono, que no servirá para nada pero al que llamamos aunque sólo sea para desahogarnos con alguien. Aquí comienza un rueda interminable de llamadas que hará que el mensaje de arriba tome sentido. Desde luego que había que recargar el móvil, porque en las 20 primeras llamadas no nos van solucionar el problema, eso sí todo el mundo asegura que tenemos que cancelar nuestra tarjeta inmediatamente, porque puede estar el cajero manipulado y limpiarnos lo poco que tenemos. Ahora sí que no tenemos sangre en nuestro pellejo porque la idea de vivir aquí se hace más fuerte. Después de llamar a todo “perrigalgo”, conseguimos cancelar nuestra tarjeta que unas horas antes correteaba por todos los centros comerciales de la ciudad. Lo que nos hace reflexionar sobre la vida. Nunca se sabe cuando nos llegará la hora o cuando nos someteremos a un intenso tratamiento de adelgazamiento, me río de las clínicas esas tan caras, nosotros en un par de horas hemos perdido, a lo tonto, un par de kilos fijo en este “zulo” de dos por dos. |
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